Braden, Gregg - EL TIEMPO FRACTAL

El tiempo es cíclico y repetitivo, y así son también los eventos que suceden en el tiempo. Se repiten como las ondas que producen una piedra al caer en un estanque. Sin embargo, a diferencia de las ondas del agua, los patrones espacio-temporales son mayores con cada repetición, pues crecen a partir de la energía de los ciclos anteriores.

Esta interminable dinámica fue observada por muchas culturas antiguas, especialmente por los mayas, quienes crearon un calendario que todavía hoy en día es impresionantemente exacto. A través de la observación de las estrellas, los mayas llegaron a una gran comprensión de los patrones de la historia e incluso calcularon fechas exactas para determinar cuándo sería el fin de nuestra era.

En esta emocionante exploración de la vida, Gregg Braden une los más modernos descubrimientos sobre los patrones de la naturaleza (los fractales) con la visión tradicional de un universo cíclico. El resultado es un modelo de tiempo muy potente y una ventana realista hacia aquellos que podemos esperar del 2012 y más allá de él.Aplicando el tiempo fractal a la historia del mundo y de la vida, Gregg Braden propone que todo, desde la guerra y la paz entre las naciones a los patrones que rige las relaciones humanas, es un reflejo de los recurrentes ciclos del pasado. Cada uno de estos ciclos, al repetirse, surge como una versión amplificada y mas potente de sí mismo.

El tiempo fractal, gracias a los ejemplos y fórmulas que presenta el autor, nos permite a nosotros mismos captar la repetición de las condiciones que propician, tanto los grandes eventos mundiales, como los sucesos personales. Si sabemos dónde hemos de mirar en el pasado, sabremos lo que podemos esperar cuando las mismas circunstancias vuelvan al presente o al futuro. El presente libro contiene precisamente las herramientas que permiten realizar esos cálculos.

Nuevas investigaciones sugieren que existe una relación directa entre los campos magnéticos del corazón humano y los de la tierra. EN compañía de su esposo, William Van Bise, la astrofísica y científica nuclear Elizabeth Rauscher investigó y desarrolló un detector sensible a los campos magnéticos capaz de medir las sutiles fluctuaciones de estos en la atmósfera terrestre. La información suministrada por los satélites GOES en el 2001 demostró que estos campos magnéticos están influenciados por los cambios de las emociones humanas a nivel colectivo. Estos descubrimientos han conducido a la hipótesis de que la comunicación entre el corazón humano y ciertas capas de la ionosfera se producen en dos sentidos: el campo influye en nosotros, y nosotros podemos influir en el campo.